La logística de la cadena de frío, imprescindible para garantiza la calidad de productos sensibles como alimentos, medicamentos y otros bienes perecederos, enfrenta un desafío clave en la actualidad: avanzar hacia la sostenibilidad.
A medida que crece la preocupación global por la reducción de las emisiones de carbono y el impacto medioambiental del transporte, el sector logístico, y especialmente el de la cadena de frío, debe adaptarse a nuevas exigencias sin comprometer su capacidad para garantizar la integridad de los productos.
El transporte de mercancías a temperatura controlada requiere de una infraestructura compleja que incluye vehículos especializados, almacenes con sistemas de refrigeración, y un seguimiento constante de las condiciones de temperatura. Sin embargo, estos procesos, aunque necesarios para mantener la calidad de los productos, generan un alto consumo energético.
Los sistemas de refrigeración son intensivos en el uso de energía y, tradicionalmente, han dependido de combustibles fósiles, lo que contribuye de manera significativa a las emisiones de gases de efecto invernadero. Este aspecto convierte a la logística de la cadena de frío en un área crítica para la sostenibilidad, ya que se estima que el transporte refrigerado puede llegar a representar un 15% de las emisiones totales del sector logístico.
Además, el crecimiento del comercio electrónico y la mayor demanda de productos frescos y congelados por parte de los consumidores ha incrementado la cantidad de envíos y las distancias recorridas, lo que añade una presión adicional para encontrar soluciones más sostenibles en la logística del frío.
En respuesta a estos desafíos, el sector de la logística está adoptando varias estrategias para reducir su huella de carbono y avanzar hacia la sostenibilidad:
Una de las principales tendencias es el uso de vehículos eléctricos y sistemas de refrigeración que optimizan el consumo energético. Los vehículos eléctricos, que emiten menos gases contaminantes que los tradicionales camiones diésel, están siendo cada vez más utilizados para la distribución urbana de productos refrigerados. Además, las mejoras tecnológicas en los sistemas de refrigeración permiten minimizar las pérdidas de energía durante el transporte.
El uso de fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, para alimentar almacenes y centros de distribución es otra estrategia clave para reducir el impacto medioambiental de la logística.
La planificación inteligente de rutas, apoyada en sistemas de gestión logística y tecnologías como el big data, permite reducir las distancias recorridas y el tiempo que los productos pasan en tránsito. Menos tiempo en la carretera significa no solo menos consumo de energía, sino también una reducción en las emisiones de CO2.
Otra área que está recibiendo atención es el embalaje. La cadena de frío requiere embalajes que mantengan los productos a la temperatura adecuada, pero el uso de materiales no reciclables, como el poliestireno expandido, es problemático desde el punto de vista ecológico. El sector está experimentando con alternativas biodegradables o reciclables que mantengan la eficiencia térmica sin generar residuos innecesarios.
El camino hacia una logística de la cadena de frío sostenible no está exento de desafíos. Sin embargo, con el avance de las tecnologías y una mayor conciencia sobre la importancia de la sostenibilidad, las empresas que logren adaptarse a estas nuevas demandas estarán mejor posicionadas para liderar el mercado.
En conclusión, la logística de la cadena de frío está en una fase de transformación. Las soluciones que están surgiendo no solo buscan garantizar la integridad de los productos, sino también reducir el impacto medioambiental.